Introducción
La organización de los currículos formativos basados en las competencias a desarrollar es, sin duda, uno de los temas de más actualidad en la ingeniería curricular de los últimos años. La incorporación a la formación a nuevos sectores sociales y la extensión de los procesos formativos hacia instituciones más cercanas a las prácticas profesionales ha condicionado el interés por las competencias como eje vertebrador de los currículos. Los currículos basados en los contenidos y su transmisión ya entraron en crisis cuando se entendió que son los aprendizajes a proponer el eje estructural del curriculum, pero en las últimas décadas y, sobre todo, en los últimos años esta crisis se ha acentuado debido a una visión más social de los currículos.
Estas razones hacen importante e interesante a la vez el estudio del curriculum por competencias y la construcción de propuestas para su desarrollo. Es un tema de gran actualidad para el que debieran prepararse todos aquellos que deban trabajar en el mundo de la formación tanto en el mundo escolar como en el profesional. De todas formas hay que reconocer que todavía tenemos mucho camino que recorrer para que las ideas que se han ido construyendo en los últimos años acerca del curriculum y su estructura se incorporen a la cultura de los docentes. Por esta razón tenemos que promover acciones de formación que, basadas en estrategias reflexivas, promuevan entre docentes que ya trabajan y entre los que aspiran a hacerlo el desarrollo de una nueva visión del curriculum que incorpore las competencias como eje central del mismo. No siempre es fácil, ni resulta evidente, organizar el curriculum desde un eje que no sean los contenidos temáticos ya que este modelo es el que se ha utilizado de manera tradicional y dada la división en áreas de conocimiento de los estudios actuales lo más natural parece actuar de esta manera. Esta tendencia es precisamente, la que deseamos combatir y de ahí se deriva el esfuerzo a realizar para desarrollar una nueva manera de entender el desarrollo curricular.
El término competencia no es nuevo, pero su acepción como término que sirve para la organización del curriculum de manera general y extensiva, es decir aplicada a todos los tipos de estudios, sí que es novedosa. Corremos el riesgo de no acotar bien el significado de este término y de no acertar, por lo tanto, a la hora de utilizarlo como referente central de la propuesta instructiva que tenemos que construir. Es recomendable reflexionar sobre su significado y sobre el valor del mismo a la hora de organizar los procesos de enseñanza - aprendizaje. No es una cuestión menor porque corremos el riesgo, como ya ha sucedido con otros conceptos que se han introducido en el campo de la Pedagogía, de utilizar términos cuyo significado no está claramente definido.
Tradicionalmente el eje vertebrador del curriculum han sido los contenidos temáticos y aunque desde un punto de vista teórico este planteamiento ha sido superado en la realidad todavía son muchos los docentes y programas que se organizan siguiendo este eje. Esta manera de ver las cosas ha dado lugar a un curriculum dividido por áreas de conocimiento con escasa relación entre ellas. También el profesorado se encuentra ordenado por esta lógica temática y en su propia formación es la parte que más peso específico tiene.
Hoy en día se puede afirmar que desde el punto de vista de las Ciencias de la Educación el eje vertebrador del curriculum deben de ser los aprendizajes, de manera que lo relevante en el curriculum no es lo que el docente debe enseñar sino lo que el estudiante debe aprender. De esta manera vemos la misma realidad, el curriculum, pero desde un punto de vista diferente, pasando desde una mirada que lo ve todo desde la enseñanza a otra que pretende conjugar esta mirada con la que observa la misma realidad desde el aprendizaje. La enseñanza y los contenidos temáticos siguen siendo importantes pero se encuentran supeditados a los aprendizajes para los que son necesarios, convirtiéndose de esta manera en una variable dependiente de los aprendizajes.
Los aprendizajes se basan en las operaciones mentales que se realizan sobre los contenidos y desde este punto de vista tienen un componente psicológico innegable. De ahí la importancia que ha tenido en estas últimas décadas la Psicología del aprendizaje como sustentador de los currículos.
Conviene que este cambio de perspectiva no contribuya a alimentar una postura extremista que relativice, en exceso, el valor de los contenidos como parte de los aprendizajes porque se corre el riesgo de perder de vista el valor real de los contenidos curriculares para llevar de esta manera el curriculum hacia un planteamiento basado en capacidades abstractas. Es por lo tanto recomendable que se busque una posición más centrada que, aunque priorice a los aprendizajes, no relegue los contenidos que socialmente se consideran relevantes.
En los últimos años estamos asistiendo a la aparición de un nuevo modelo de vertebración del curriculum, es el conocido como curriculum basado en competencias. Comenzamos intentado aclarar qué se quiere decir con esta expresión y para ello intentamos definir este nuevo concepto, asimilándolo a pericia o capacidad para aplicar el conocimiento a la resolución de situaciones problemáticas en los contextos en las que se presentan. No se trata solamente de saber, sino lo que se busca es que se sepa hacer. En este aspecto y si lo comparamos con lo que hemos denominado curriculum basado en aprendizajes observaremos que el nuevo matiz reside en la importancia que adquiere en esta nueva visión el contexto de uso del conocimiento.
Los contextos en los que el conocimiento debe usarse se convierten de esta manera en cruciales para la comprensión de qué aporta de novedoso este enfoque. En este capítulo se citan algunas propuestas realizadas sobre contextos de uso que se consideran especialmente importantes y se reflexiona sobre la importancia de determinar estos contextos a la hora de priorizar los aprendizajes que debe desarrollar el curriculum.
El discurso del curriculum por competencias no es solamente algo teórico sino que está en la base de dos de las más importantes reformas curriculares que se han realizado a nivel europeo en los últimos años. Por una parte la reforma de los currículos universitarios con la aparición de un nuevo modelo de crédito (el crédito ECTS) como estándar para la organización curricular y la propuesta de "Competencias clave para el aprendizaje a lo largo de toda de la vida de la Unión Europea", documento que ha sido recogido y adaptado a la legislación española en la última de las leyes educativas, la LOE del año 2006. En ambos casos, y de manera aún más explícita en el segundo las competencias aparecen como fundamento de las nuevas propuestas curriculares. Por lo tanto la organización del curriculum por competencias es, a nivel de propuesta, una realidad en nuestro medio educativo.
Reflexión doble. Por una parte, se rastrea el origen histórico de estas iniciativas en el contexto para concluir que este enfoque proviene de la formación más cercana a la empresa y que desde este punto de vista puede resultar problemática su incorporación al mundo educativo que debe tener, necesariamente, un enfoque más general y humanista. Por otra se aboga, para salvar este escollo, por una aproximación a este concepto de competencia que sea más amplia y que, evitando el reduccionismo que supone entender la competencia como una mera habilidad unida a una función laboral precisa, promueva una visión más abierta a todos los ámbitos en los que las personas actúan.
Antes de establecer cuáles son las consecuencias que para el resto de componentes curriculares tiene este nuevo enfoque y para poder mejor comprender qué consecuencias de diverso orden puede tener hemos considerado necesario aclarar qué debe hacerse si se desea que el curriculum por aprendizajes pueda desarrollarse. Nuestra idea es que esta es la base y que el curriculum por competencias añadirá algo nuevo, pero que sin esta base querer pasar de un curriculum basado en contenidos a otro basado en competencias resulta muy complicado.
Las teorías que explican la manera en la que las personas, y más concretamente lo estudiantes, logran los aprendizajes de manera significativa y construyen el conocimiento no son novedosas pero no siempre se utilizan correctamente. Para ello no valemos de un recurso bastante utilizado: el denominado triángulo didáctico. Este triángulo introduce el concepto de tarea/actividad como complemento necesario e ineludible a la más clásica relación estudiante- docente que siempre estuvo en la base de cualquier planteamiento didáctico.
Es importante tener en cuenta las relaciones que surgen entre los tres vértices de este triángulo y en concreto la relación de los docentes con las tareas, la que mantienen con los estudiantes y la relación de éstos últimos con las actividades a realizar. Los docentes deben buscar, seleccionar y proponer tareas que sirvan para el desarrollo de los aprendizajes a lograr, deben de buscar y poner a disposición de los estudiantes los recursos necesarios para ello, estudiantes y docentes deben interactuar desde una perspectiva en la que los docentes son facilitadores o mediadores entre los estudiantes y las tareas a realizar y en la que deben establecer lazos que permitan intercambiar no solo información sino también comunicación, es decir intercambiar significados; los estudiantes deben actuar realizando las tareas propuestas de manera que sea esta actividad la palanca que promueva los aprendizajes a desarrollar. Este triángulo y las acciones que sugiere recoge de manera bastante acertada un esquema que explica las principales cuestiones a tener en cuenta a la hora de elaborar una propuesta metodológica para un curriculum que busque desarrollar aprendizajes en sus estudiantes.
Es importante comprender el conocimiento como algo construido y que está en perpetua evolución y cambio. Esta visión dinámica del conocimiento, de su origen y desarrollo, es muy importante para tener una actitud didáctica que propicie el crecimiento de las personas y supere una visión meramente transmisiva de la función docente.
La mayor novedad que aporta el curriculum por competencias si lo comparamos con el curriculum por aprendizajes es la referencia expresa que se hace en el primero a los contextos de uso de los conocimientos adquiridos. Por esta razón, nos preguntamos cuales son los contextos de uso más importantes y que importancia podrá tener esta clasificación para la organización curricular.
Después de analizar diversas alternativas concluimos con una propuesta que distingue cuatro contextos como la red en la que se podrían capturar, a la vez que ordenar, las competencias. Estos contextos son el personal, el familiar, el social y el profesional. En consecuencia los aprendizajes pueden ordenarse por la contribución que los mismos hacen al desarrollo de las personas en cada uno de esos ámbitos. Lo que permite tener un criterio claro de su importancia relativa en los diferentes momentos de su desarrollo abriendo así el curriculum al aprendizaje a lo largo de toda la vida.
Esta reflexión abre una nueva puerta para cuestionarse la necesidad de definir lo que podríamos denominar unas competencias clave o básicas que se concretaran en aquellas que todas las personas en tanto seres activos en una sociedad compleja debieran de tener la oportunidad de aprender. Se argumenta que estas competencias clave o básicas debieran asegurar los aprendizajes necesarios para el desarrollo en el ámbito personal, familiar y social preponderantemente en la escolaridad obligatoria y que debiera abrirse al mundo profesional en la post-obligatoria. Estos criterios generales resultan importantes a la hora de seleccionar aquellos aprendizajes que se deben colocar e el curriculum en las diferentes etapas que éste atraviesa.
Todos los tipos de competencias son importantes, pero no lo son de igual manera en todos los momentos de la vida de una persona ni en las vidas de diferentes personas. Esta es la idea clave que nos permite seleccionar los aprendizajes a desarrollar y hacerlo desde la óptica de los ámbitos de uso que sean en ese momento prioritario para la persona a la que está destinada esta propuesta curricular. No debemos olvidar que el problema fundamental del curriculum es qué debe enseñarse entre todo lo que es posible enseñar y que desde este punto de vista este enfoque resulta clave a la hora de tomar decisiones curriculares.
El constructivismo proporciona una buena explicación de los procesos involucrados en el aprendizaje pero el aprendizaje de las competencias tiene una serie de características propias que nos hace pensar en la conveniencia de revisar o completar algunos de los aspectos de esta teoría porque parece claro que no es fácil desarrollar competencias fuera de los contextos de uso de las mismas y que no siempre estos contextos están a disposición de los que deben organizar los procesos formativos. ¿Se pueden desarrollar competencias útiles en el medio no escolar desde la escuela? Esta pregunta resumiría la duda que se nos plantea.
En primer lugar debemos mostrar que ésta es una cuestión relativamente novedosa en la reflexión pedagógica y que no resulta sencillo responder de manera categórica a esta cuestión. Para comenzar a esbozar alguna solución reflexionamos sobre el carácter heurístico (resolución de problemas) que tiene la competencia y de la importancia que este carácter tiene para cualquier estrategia formativa. Desde este punto de vista se manifiesta una actitud no excesivamente optimista sobre la posibilidad de desarrollar competencias solamente desde el ámbito escolar y se proclama la necesidad de la colaboración entre la escuela, entendida en sentido amplio, y otras instituciones que se mueven en los ámbitos para los que precisamente pretendemos formar a nuestros estudiantes. No es nuestra intención dar una visión pesimista de esta cuestión sino plantear el problema tal como lo vemos y recabar la colaboración del resto de instituciones sociales para que el aprendizaje de las competencias sea posible y no un mero discurso teórico.
Dentro de esta reflexión general se cuestiona la posibilidad de la escuela de abordar la enseñanza de las competencias básicas y se manifiesta que si bien este reto parece abordable solo lo será en la medida en el que la escuela se abra al medio social con el que debe estar interconectada. Si no se da esa conexión y el medio familiar sigue alejado del medio escolar no resultará fácil el desarrollo del curriculum por competencias.
Dentro de una reflexión sobre las posibles estrategias a seguir a la hora de organizar un curriculum por competencias se destaca la importancia de la reflexión sobre la práctica como uno de las estrategias generales más importantes dado el carácter heurístico y no general de la competencia. Las competencias nos deben servir para resolver problemas y no hay dos problemas iguales aunque se parezcan. Consideramos esta estrategia válida para casi todos los casos pero especialmente importante para el desarrollo de las competencias profesionales en las que los problemas que la práctica real plantea no se pueden resolver desde una aplicación mecánica de reglas preconcebidas.