La investigación en este campo ha demostrado también que el multilingüismo en la escuela, aprovechando los recursos, estrategias y destrezas que desarrolla el alumno cuando aprende una lengua o materia, a través de los currículos integrados de las lenguas y áreas no lingüísticas, contribuye de manera eficaz al desarrollo de una competencia comunicativa en lenguas que optimiza y facilita los aprendizajes posteriores.
Do Coyle (2002), afirma que el CLIL se asienta en cuatros principios clave:
● El primer principio coloca con éxito el contenido y la adquisición de conocimientos, destrezas y comprensión inherentes a esa disciplina, en el corazón mismo de proceso de aprendizaje.
● El segundo principio define al lenguaje como conducto para la comunicación y el aprendizaje. Desde ésta perspectiva, el lenguaje se aprende a través de su uso en situaciones no ensayadas pero puestas como un “andamiaje” (las tareas deben ser planificadas empezando por las más concretas a las más abstractas en paralelo con un lenguaje concreto hasta el más abstracto: desde al aprendizaje de lo concreto por lo concreto al aprendizaje de lo abstracto por lo abstracto).
● El tercer principio es que el CLIL debe suponer un reto cognitivo para los alumnos: para que puedan desarrollar sus destrezas de pensamiento en conjunción con sus habilidades básicas de comunicación interpersonal y su competencia en el lenguaje cognitivo-académico.
● El cuarto principio comprende la multiculturalidad, ya que lengua, pensamiento y cultura se encuentran ligados, el CLIL ofrece oportunidades a los alumnos de interactuar con otra/s culturas.[1]
Educación bilingüe o multilingüismo
Como consecuencia del éxito de estas teorías, son muchas las autoridades educativas las que se están planteando la introducción de modelos de educación bilingüe en la escuela y el fomento de la elaboración de currículo que integren todas las lenguas y éstas con las áreas no lingüísticas.
El beneficio que reportará el currículo integrado de las lenguas y las áreas no lingüísticas es que el vínculo que se establece entre las diferentes áreas del conocimiento, además de aportar coherencia metodológica a la enseñanza y aprendizaje, eliminará las duplicaciones y las redundancias y permitirá el refuerzo entre las diferentes materias. Además, se logrará formar a personas que sean capaces de entender, hablar, leer y escribir, con distintos niveles competenciales, un determinado número de lenguas y que puedan enriquecer su desigual repertorio lingüístico a lo largo de toda la vida.
En Andalucía llevamos cinco años desarrollando contenidos de otras materias en una lengua extranjera (fundamentalmente el inglés, aunque ya se hacía con anterioridad en francés y alemán en algunos centros)tanto en centros de Educación Primaria como de Secundaria. Los resultados ya se están produciendo. El alumnado mejora en distintas capacidades y destrezas como la comprensión oral, la pronunciación, la comprensión de realidades y culturas distintas a la suya. También nos vamos encontrando con dificultades e interrogantes como la de decidir qué contenidos enseñar en la lengua extranjera, cómo debemos integrarlos en el currículo, ¿es adecuado enseñar un mismo contenido en ambas lenguas?, cómo mejorar la relación entre las áreas lingüísticas y no lingüísticas, cómo podemos beneficiarnos del uso de las TIC en la enseñanza bilingüe. No obstante, podemos afirmar que es necesario que los docentes tengan como uno de sus objetivos la mejora de las competencias lingüísticas de sus alumnos/as en más de una lengua como herramienta para lograr una buena formación futura de los mismos.
Referencias
- ↑ Coyle, D. (2002): Relevance of CLIL to the European Comission´s Language Learning Objectives. En Marsh, D (eds.): "CLIL/EMILE European Dimension: Actions, Trends and Foresight Potential". European Commission, Public Services Contract DG 3406/001- 001