Evaluar es parte de la gestión institucional. Esta se inicia con la configuración de un plan de actuación para un período determinado, el cual determina la organización, la motivación y la formación del personal. También el seguimiento y el control: esto es la evaluación de todo el proceso, a lo que se sigue una nueva planificación. Así, se gestiona con el objeto de mejorar la calidad educativa, la cual está en proceso permanente de construcción a través del acuerdo social entre todos los sectores involucrados. Las diferentes perspectivas de calidad no tiene por qué ser excluyentes o contrapuestas.
Así, el grado de evolución sistemática de las instituciones revela el grado de conciencia y la política de gestión.
La evaluación dentro del marco de la gestión global:
La evaluación (que puede estar impulsada por factores externos o por el cumplimiento de una normativa) no implica tan solo descomponer sino recomponer con vistas a una buena visión de síntesis final. Supone una actividad sistemática, con intencionalidad y finalidades rigurosas, así como también procedimientos ajustados.
El cuestionamiento de la gestión a través de la evaluación implica que existe predisposición al cambio, capacidad de y una capacidad de regulación ajuste que indica madurez. Así como también una actitud positiva hacia la renovación.
Cuando la gestión se basa en la rutina y la costumbre, por el contrario, suele existir una actitud negativa hacia la evaluación interna y se desarrollan mecanismo endógenos que llevan a una regresión o degradación progresivas. La evaluación externa u obligada, general resistencias y oposición siendo percibida como una fiscalización, una imposición. Desde el punto de vista colectivo y social, estas instituciones son las que más requieren intervención externa para dinamizar su propia vida interna.