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REPUBLICA ARGENTINA

sábado, 7 de mayo de 2011

RIVIERE, Á. “¿Por qué fracasan tan poco los niños?”, en: Cuadernos de Pedagogía, Nº 103-104, julio/ agosto, Barcelona

(Tomado de la cátedra "Psicología de la Educación" del Profesorado de Educación Técnica - Sede Puerto Deseado)

La mejor prevención del fracaso escolar es la escuela activa y viva con una multiplicidad de valores, no centrados exclusivamente en el pensamiento desvinculado. Y el fracaso es, en gran parte, el fracaso del rígido sistema de valores de la escuela.

Los mandamientos cognitivos que la escuela impone implícitamente al niño son diez y pueden resolverse brevemente esta especie de «tabla de la ley» escolar. Los dos mandamientos cognitivos fundamentales con que podrían resumirse todos los demás, son el primero y el décimo, con lo que el asunto suena de este modo: «Desvincularás gran parte de tu pensamiento de los propósitos e intenciones humanas... y, para colmo, deberás parecer un niño interesado y competente».
Primer Mandamiento: «Desvincularás gran parte de tu pensamiento de los propósitos e intenciones humanas»

La escuela le plantea al niño la necesidad de emplear un pensamiento desvinculado. «Desvinculado» no significa, en este contexto, «incoherente» (todo lo contrario), sino ajeno a los intereses, los significados y las intenciones humanas que constituyen la matriz de origen del pensamiento infantil. Cuando entra en la escuela, e niño posee una notable competencia de «pensamiento vinculado», originado en situaciones interactivas en que se expresan significados concretos, episodios reales, intenciones y propósitos humanos.

La escuela pide un pensamiento desvinculado, porque exige al niño que tenga precisamente la intención de aprender, prescindiendo de los contenidos (mandamiento II), que controle intencionalmente sus recursos intelectuales y memorísticos (mandamiento IV), que descontextualice progresivamente sus conceptos, prescindiendo de sus aspectos episódicos (mandamiento VII), que domine códigos de representación formal, que han sido abstraídos de contenidos concretos, gracias a siglos de esfuerzo de la mente humana (como las representaciones algebraicas, por ejemplo) (mandamiento VI)... etc.

Desvincular es formalizar, descontextualizar, abstraer, controlar, aprender por aprender... el primer y más fundamental mandamiento de la escuela.

Segundo Mandamiento: «Deberás tener una actitud intencional de aprender»

Hasta el momento de su entrada en la escuela, el niño ha aprendido muchas cosas, pero las ha aprendido «incidentalmente». El sistema escolar le pide que aprenda intencionalmente. En el aprendizaje intencional el sujeto se ve en la necesidad de proporcionarse a sí mismo señales que le ayuden a la posterior recuperación del material almacenado.

En los primeros años de escolaridad, el mejor aprendizaje es el que el niño hace «sin darse cuenta» y, el mejor profesor, aquel que proporciona a sus alumnos sistemas de elaboración y análisis en profundidad suficientes, como para favorecer el aprendizaje incidental. Lo más eficaz puede ser establecer una tarea «de orientación» adecuada, que favorezca el almacenamiento, sin que el niño se aperciba de que está «aprendiendo».

Tercer Mandamiento: "Dedicarás selectivamente tu atención a las tareas escolares"

La atención selectiva es ontogenéticamente tardía. La escuela exige del niño una atención mucho más selectiva que la que éste empleaba en las exploraciones y juegos preescolares. Pide un filtrado riguroso de la información relevante, con respecto a los estímulos que no lo son (para el sistema escolar). Esta exigencia está muy directamente relacionada con un gran número de fracasos escolares de niños que tienen dificultades de rendimiento, por un retraso de desarrollo de la atención selectiva o por un déficit más permanente de la misma. Resulta fácil confundir el DDA con simples retrasos leves en el desarrollo de la atención selectiva.

Cuarto Mandamiento: «Tratarás de controlar la selección y empleo de tus recursos intelectuales y de memoria».

El sistema escolar obliga al niño a ejercer un control también más intencional y selectivo de sus recursos cognitivos. Se trata, en este caso, de un control «metacognitivo» de las estrategias intelectuales, conceptuales y de memoria, ya que, como señala Lawson (1980), «la metacognición implica el control y la regulación de las estrategias de procesamiento de la información» (p. 145).

Nuestra educación fracasa estrepitosamente a la hora de «enseñar a planear», a organizar, jerarquizar, secuenciar las estrategias y procesos mentales y distribuir adecuadamente los recursos cognitivos. Así, un gran número de fracasos se explican por el hecho de que nadie ha proporcionado a 1os alumnos explicaciones de «cómo se trabaja» y el empleo de herramientas cognitivas es desordenado o inadecuado.

Quinto Mandamiento: «Deberás desarrollar, emplear y compilar estrategias y habilidades especializadas para el tratamiento de la información».

Oléron ha establecido una interesante distinción entre tres clases de habilidades:

1. Habilidades naturales o espontáneas. Aparecen en el curso del desarrollo, y se mantienen en el marco de la actividad espontánea del organismo.

2. Las habilidades que se basan en las disposiciones naturales del organismo pero su desarrollo y mejora dependen de la práctica prescrita por la escuela y, más tarde, por la propia profesión. Son las estrategias concretas que el niño tiene que adquirir, en la escuela, para formar conceptos, almacenar y recuperar información, resolver problemas... etc

3. Las habilidades o actividades instrumentales. Situadas en la cima de las anteriores e intervienen para incrementar su eficacia, movilizándolas y coordinándolas» Se identifican, en parte con los recursos «metacognitivos».

Muchos fracasos escolares se explican porque el nivel de las estrategias exigidas por las tareas es superior al poseído por el niño (dificultad estructural), porque éste no posee las estrategias o las operaciones exigidas por la tarea (deficiencia estratégica) o porque no ha automatizado y compilado estrategias «inferiores», que exigen todos sus recursos, los que deberían dedicarse a la tarea principal (falta de destreza).

Sexto Mandamiento: «Dominarás rápidamente nuevos modos y códigos de representación».

El aprendizaje escolar consiste en el dominio progresivo de códigos de representación analítico: lecto-escritura, sistemas numéricos). Debe descifrar o producir las complejas representaciones analíticas de la lecto-escritura. Un 10% fracasa. La “dislexia” en muchos casos recubre una gran cantidad de alteraciones diferentes y oculta los mecanismos responsables (transducción sensorial, análisis de rasgos perceptivos, síntesis estructural de los rasgos, reconocimiento de patrones, integración y asociación intermodal, formación de significados, asimilación de los significados parciales a esquemas generales). Cuando domina la lecto-escritura deberá comprender los códigos de naturaleza abstracta de las matemáticas.

Séptimo Mandamiento: «Tendrás que organizar y descontextualizar progresivamente muchos de tus conceptos, ampliando sistemáticamente tu memoria semántica».

Las exigencias de descontextualizar y abstraer pueden entrar en conflicto directo con la naturaleza de la mente del niño, que es una «vis asimilativa»: una fuerza de asimilación de lo nuevo a los esquemas construidos en sus episodios vitales. Cuando los profesores nos quejarnos de que nuestros alumnos «se quedan con lo anecdótico» y recuerdan, por ejemplo, que Descartes «murió de pulmonía», pero no lo esencial de su pensamiento, olvidarnos que lo que expresa el alumno es su urgente necesidad de asimilar, de establecer «anclas cognitivas», enganches en que colgar la gran cantidad de información descolorada que le ofrece la escuela. En muchos casos de fracaso escolar, lo que observamos es una «estructura memorial desintegrada», en que los elementos de conocimiento permanecen como islotes episódicos y concretos sin constituir una estructura conceptual organizada y abstracta.

Octavo Mandamiento: «Emplearás al máximo tus recursos de competencia lógica y/o memoria a corto plazo, cuando lo exijan la tarea y el profesor».

La MCP puede imponer limitaciones serias a las posibilidades de «mantener información en la conciencia» y, consiguientemente, de procesarla. Muchos de los fracasos escolares son, simplemente, «fallos de programación» en el sistema escolar, cuando éste exige la asimilación de conceptos o aplicación de esquemas y estrategias que sobrepasan el nivel cognitivo (en términos de memoria a corto plazo y/o competencia 1ógica) que tienen los sujetos a los que se pretende enseñar.

Noveno Mandamiento: «Deberás asimilar realmente los contenidos y generalizar tus esquemas, habilidades y estrategias no sólo a los explícitamente enseñados sino también a otros nuevos»

Los esquemas pueden asimilar nuevos contenidos mediante tres modos principales de aprendizaje:

- La agregación, que se da cuando el sujeto puede limitarse a incorporar una noción o contenido a un esquema existente, sin modificarlo;

- El refinamiento, cuando el esquema tiene que «acomodarse» -aún sin sufrir modificaciones sustanciales- para sintonizarse al nuevo contenido

- La reestructuración, que se produce cuando no sirve ningún esquema poseído para asimilar el nuevo contenido y es preciso construir -quizá por analogía con otro anterior- un nuevo esquema

Estos procesos se dan sistemáticamente en el aprendizaje escolar. Pero también es frecuente la situación de «no asimilación», en la que los nuevos contenidos no se anclan en los esquemas poseídos por el niño y las posibilidades de creación de un nuevo esquema están demasiado lejos de su competencia estructural. En este caso el niño no generaliza los conocimientos adquiridos en la escuela, que no ha asimilado realmente. Cuando esto ocurre, no podemos hablar de un verdadero aprendizaje, ya que las estrategias son só1o triquiñuelas escolares y los contenidos se quedan en repeticiones «ecolálicas», sin sustancia conceptual.

Décimo Mandamiento: «Y para colmo, deberás parecer un niño interesado y competente».

¿Por qué fracasan tan poco los niños a pesar de todo esto? Depende de la postura del maestro y se resumiría en: vincularás en lo posible, los contenidos escolares a los propósitos e intenciones humanas y situaciones interactivas y valorarás a los niños que no se muestren interesados y / o competentes.